Con el triunfo consumado y una difícil tarea por delante, el presidente del retorno a la democracia habló ante una multitud desde el Cabildo. Allí, dio inicio a una nueva etapa, un horizonte que se abría tras la oscuridad de la última dictadura.

Es 10 de diciembre de 1983. La Plaza de Mayo y sus inmediaciones se colman de argentinos y argentinas con banderas celestes y blancas. También asoman las banderas de la militancia, que se confunden con las de la Patria. Celeste y blanco junto al rojo y blanco radical preludian el discurso de asunción del presidente Raúl Alfonsín.

El retorno a la democracia es un hecho, la unión nacional está implícita y la alegría se siente en el aire.

En la punta de la histórica plaza, el Cabildo deja flamear las banderas argentinas con el escudo nacional en el centro. Por ese balcón, aparece Alfonsín para dar sus palabras a un pueblo que colmó el lugar.

Alfonsín sale a escena y el canto se impone: "Siga el baile, siga el baile, al compás del tamboril; democracia para siempre, de la mano de Alfonsín". Seguido de "se siente, se siente, Raúl es presidente".

Como en todos sus discursos, el radical hace un gesto pidiendo silencio a la multitud, y esboza las primeras palabras: "Compatriotas, iniciamos hoy una etapa nueva de la Argentina".

"Iniciamos una etapa que sin duda será difícil porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar, hoy y para los tiempos, la democracia y el respecto por la dignidad del hombre en la tierra argentina", agrega.

Los gritos interrumpen y un canto suena en la voz de cada asistente: "El pueblo unido, jamás será vencido".

"Sabemos que son momentos duros y difíciles, pero no tenemos una sola duda, vamos a arrancar, vamos a salir adelante, vamos a ser el país que nos merecemos. Y lo vamos a poder hacer no por obra y gracia de gobernantes iluminados, sino por esto que esta plaza esta cantando: porque un pueblo unido, jamás será vencido", continua.

Para finalizar, es el turno del rezo laico, las palabras del Preámbulo, que ya son una marca registrada en sus discursos. Saluda al público y firma el libro de visitantes ilustres del Cabildo. Luego, parte hacia el Palacio San Martín para continuar con los actos de asunción.